*Existen posicionamientos diversos en el sentido de prohibir su cultivo, por la creencia que son dañinos para la salud
*En contra parte en los Estados Unidos y Europa existe seguimiento y reglamentación sobre la producción de alimentos genéticamente modificados
Por Carlos A. Villalobos Cortés
El solo escuchar el término transgénico nos transmite miedo, la sospecha que no es un alimento saludable, hablar de la posibilidad de consumir alimentos más naturales y sanos se ha vuelto una constante para un sector de la población que incluso ha comenzado a cultivar sus propios alimentos, pero ¿Qué tan cierta es la información que tenemos de los transgénicos?
Comencemos por entender qué es un alimento transgénico o un alimento modificado genéticamente.
Los alimentos genéticamente modificados contienen un ADN modificado usando genes de otras plantas o animales (según sea el caso). Los científicos toman el gen de un rasgo deseado de una planta u animal y lo insertan dentro de la célula de otra planta o animal.
Contrario a lo que muchas veces se esgrime en contra de los alimentos modificados genéticamente como el maíz, la soya, el frijol, frutos varios como las manzanas, la papaya, la calabaza o casos como el de la papa (se busca reducir posible producción de sustancias cancerígenas al freirlas) o el ganado (bovino sobre todo) es que estos podrían ser causantes de la aparición de diversos tipos de enfermedades, la mayoría relacionadas al cáncer o de que los consumidores, tales argumentos no han podido comprobarse y por tanto carecen de rigor científico o fundamento. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) evalúa todos los alimentos transgénicos para asegurarse que estos sean inocuos antes de que salgan a la venta. de igual manera la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental (EPA) y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) regulan las plantas y animales producto de la bioingeniería. Estas agencias con las encargadas de evaluar la seguridad de los alimentos transgénicos destinados al consumo humano y/o animal, de las mismas plantas y el medio ambiente.
Dentro de los posibles beneficios en el uso de los alimentos modificados genéticamente se señalan; alimentos más nutritivos, plantas resistentes a la sequía y enfermedades, menor uso de fertilizantes y pesticidas, aumento en la producción de alimentos a menor costo, crecimiento más rápido en plantas y animales, entre otros.
Fuente: https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002432.htm
Por su parte la legislación europea respecto a los Organismos Modificados Genéticamente (OMG) sustentan las obligaciones que debe cumplir el etiquetado de los OMG en los Reglamentos 1829/03 y 1830/03.
Dichos reglamentos obligan a informar a los clientes cuando se comercialice un organismo modificado genéticamente o derivado del mismo. En productos destinados al consumidor final, deberá indicarse también, señalando que el producto contiene organismos modificados genéticamente.
La legislación europea obliga a quienes forman parte de la cadena productiva a informar cuando un producto es OMG, ejemplo de ello es la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) donde se señala que «los operadores están obligados a transmitir por escrito al operador que recibe el producto la mención de que este contiene o está compuesto por OMG».
Entre los principales argumentos contra el uso de transgénicos se refiere al modo de uso de estos ya que no producen semillas útiles o viables, por lo que se orilla a los agricultores a una situación de dependencia total frente a las grandes empresas multinacionales quienes controlan el qué, cómo y cuánto se produce.
https://www.muyinteresante.es/tecnologia/25906.html
Existen versiones que echan por tierra el argumento que justificaría que debido al crecimiento de la población mundial, es necesario producir alimentos transgénicos, dichas hipótesis manejan que sí existe suficiente producción de alimentos en el mundo para alimentar a la población, el problema es que existe una mala repartición de ella.
La realidad es que desde hace varias décadas en países como México la población de las urbes grandes, medianas y pequeñas consumen alimentos modificados genéticamente quizá aún sin saberlo y en una de esas pronto veamos estas prácticas cada vez más comunes en poblaciones rurales dado el bajo rendimiento de la producción de alimentos cultivados de manera sustentable.