Mujeres levantan la mano por el Café

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Por Carlos A. Villalobos Cortés

Esta historia comienza muchos años atrás cuando Angélica Sarmiento siendo niña acompañaba a su abuela a cortar café, ahí aprendió a querer al campo, a conocer del café y de sus cuidados. Con el paso de los años y tras la muerte de su abuela, la parcela pasó a manos de su madre quien descuidó el cafetal por sus ocupaciones laborales, sin embargo el cariño por su herencia y el deseo de dejar un patrimonio a su hija Angélica logró que nuevamente recuperara la propiedad y la tabajara.

Ante la falta de los recursos necesarios para adquirir abonos químicos, la productora decidió utilizar estiércol de caballo, burros y mulas para abonar su finca, sin saberlo, esta práctica ayudó a sanear la tierra que anteriormente estuvo fertilizada con abonos químicos que le llevaban a su abuela, tras esta etapa de que se comenzó a utilizar abono orgánico se logró hacer la tierra nuevamente fértil y apta para el cultivo sustentable del café.

Actualmente la finca la trabaja Angélica junto a sus hijas, nietas y su hijo varón, un adolescente de trece años que ha heredado el amor al campo y que prefiere irse a trabajar a la parcela que dedicarse a otras actividades menos provechosas.

El cariño de Raymond por el campo es tal que pidió a su madre de regalo le comprara una chiva, misma que aprendió a ordeñar y ahora es de donde la familia toma leche, comenta entre risas doña Angélica con cierto aire de satisfacción.

Los saberes de nuestros antepasados corren el riesgo de desaparecer si no los aprendemos y continuamos aplicándolos en nuestra vida diaria. Durante la charla, la cafeticultora comentó que su abuela se basaba en las fases de la luna para el manejo del cafetal, práctica que ella y su familia está intentando continuar utilizando aunque confiesa que les ha sido un tanto complicado.

GUADIANA DE LAS ABEJAS

Entre las bondades que ofrece un cafetal bajo sombra hemos hablado de la existencia de micro climas y ecosistemas que conviven en una armonía sin igual donde cada integrante cumple una función en específico y aporta lo que la sabia naturaleza les ha brindado. En ese tenor, existen cafetales donde habitan abejas nativas o meliponas, pequeñas criaturas que muchas veces son atacadas por los seres humanos bien por desconocimiento o bien para robar su miel (miel virgen), al respecto doña Angélica nos comentó como fue que se convirtió en una Guardiana de las Abejas.

«Todo comenzó a partir de la invitación que nos hizo INANA para conocer acerca de las abejas nativas, de ahí nos incorporamos a su escuela y de ahí por medio de ellos nos proveyeron de unas ollitas provenientes de Cuetzalan y nos dieron el nombramiento de guardianas de las abejas, ahora nosotros ya que conocemos más sobre ellas reconocemos la Scaptotrigona Mexicana y la Plebeyita que son las que mayormente estudiamos y con las que convivimos, se formó un grupo de mujeres de la comunidad (Úrsulo Galván) que acude a mi casa y a la de otra compañera y ahí se resguardan, la intención es que se repoblara la comunidad de abejas nativas que volvieran los nidos silvestres que casi habían desaparecido».

Actualmente y tras tres años de hacer labor de enseñanza y convencimiento entre la población, hoy en día ya existen abejas silvestres en su hábitat natural y poco a poco la población comienza a guardarles respeto, esta labor debe se constante para que no exista la tentación de volver a atacarlas, mencionó doña Angélica.

Inana, A.C. es una Organización de la Sociedad Civil (OSC) integrada por un grupo interdisciplinario que desarrolla diferentes proyectos comunitarios asentada en la cuenca de la antigua, Coatepec.

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