*El problema del Relevo Generacional en la Ruralidad es global, manifestó la acadámica de la UNCADER
*En Costa Rica y Colombia existen ya políticas públicas sobre Relevo Generacional.
Pérdida de identidad, de arraigo con la vida comunitaria, son solo algunas de las consecuencias que se están generando ante la falta de interés de los jóvenes por el trabajo del campo, comentó en entrevista la bióloga Erika Domínguez Valencia, en su opinión, el fenómeno tiene que ver con la educación, con las políticas públicas, con la propia comunidad, respecto al tema educativo, la también docente capacitadora de la Unidad de Capacitación para el Desarrollo Rural 2 (UNCADER2) manifestó que «…la educación no vincula a las juventudes rurales con el campo mismo, porque la misma dinámica de la escuela no te acerca«.
Prueba de ello fue el primer foro de juventudes cafetaleras realizado con hijos de productores del Consejo Regional del Café de Coatepec, a dicho foro solo asistieron 2 jóvenes, los demás participantes fueron estudiantes de la propia UNCADER, que tampoco están interesados en trabajar el café sino en estudiar otras carreras ajenas al campo.
Entre los argumentos que esgrimen los jóvenes estudiantes para no trabajar el campo, destaca; el temor a recibir la radicación del sol, temor a que los muerda alguna víbora, temor a lastimarse con el machete, termor a los fertilizantes (químicos) entre otros, en el caso de las estudiantes (mujeres) menifiestan que no quieren ensuciarse las manos o sudar y todos coinciden en que el campo está muy mal pagado.
«En síntesis para los estudiantes el campo no es atractivo porque sufren, porque se exponen al sol, porque es peligroso, por eso prefieren trabajos como dependientes en alguna tienda» comentó la docente de la UNCADER.
Domínguez Valencia comentó que ella si ve posible un relevo generacional pero que se requiere la participación de todos los sectores de la sociedad; organizaciones, escuelas, voluntades políticas y que las juventudes vean el campo como una herramienta más de vida.
La docente hace una autocrítica al sistema educativo, en su opinión, «las escuelas de nivel medio superior agropecuario están más preocupadas en las cuestiones técnicas de cultivos que lo que en realidad está pasando con las juventudes, las personas y el campo» y anadió que hacen falta materias que fomenten la identidad y el sentido de pertenencia.
La bióloga refirió que los adultos hemos cometido errores como el manifestar que los jóevenes son el futuro, ya que sostuvo que es una carga muy pesada y que además debemos de mirar el futuro como una tarea de todos, mencionó que no debemos de visibilizarlos solo como beneficiarios sino como agentes de cambio.
«Los adultos tenemos un papel muy importante en lo que los jóvenes van a ser en el futuro, tenemos una crisis de civilización muy fuerte, más que ambiental, por esa pérdida de conciencia, de ser empático con las juventudes, lo veo mucho en comunidad, lo veo entre las juventudes, hay un lenguaje que se está perdiendo, el lenguaje entre el campo y el campesinado no ha desaparecido pero está en peligro».
Respecto al tema que promueve la ONU sobre el trabajo infantil en las zonas rurales, la académica apuntó que una vez más queda de manifiesta una postura globalizada de alguien que considera una verdad absoluta para todos
«Dejan de ver lo local, lo comunitario, en México el que el papá o la mamá lleve al hijo al campo, no se ve como una explotación, es una forma de reproducción del conocimiento, es como aprende hijo para que puedas ayudarte mañana, a lo mejor no va a ser campesino pero tienes una herramienta más de vida, no es un trabajo remunerado pero si platicamos con las familias que van a la finca, y más bien con los cortadores que lleva los hijos , vas a la finca y escuchas risas, canciones, vez convivencia, vez alegría, ese es un valor no mercantilizado, eso no lo ve la ONU».